Hace 20 años mis papás nos llevaron a Disney World. Así es, hace ya muchísimos años mi vida viví una experiencia única e inigualable. Recuerdo perfecto la emoción que sentí desde que nos platicaron la noticia y como a pesar de que toda la familia estaba pasando por un momento dolorosísimo disfrutamos al máximo la experiencia.
Durante 20 años atesoré recuerdos y fotos sobre el viaje; olores, música y muñecos que se quedaron todo este tiempo en mi mente y en mi corazón. Disfruté cada juego al que me subí y cada uno de los personajes con los que me tomé fotos (aún conservo mi libreta con autógrafos). Es verdad que Disney es el lugar más feliz de la Tierra. Soñé y planeé cómo sería cuando regresara a Disney. Claro que nunca jamás pensé que tardaría tantos años en volver.
Este 2019 cumplí 30 años y cual Peter Pan el pánico a crecer me invadió, por lo que desde que inició el año le dije a Daniel que quería festejar nuestros 30’s en Disney. ¿Qué mejor pretexto para celebrar que nuestros 30 años y además nuestro primer aniversario de casados? Así que, manos a la obra: A planear el viaje.
Algo que siempre he odiado de mi forma de ser es lo aprensiva y nerviosa que soy, por lo que consulté con Tita mi prima 300 veces antes de ponerme a comprar todo. Nos iríamos de puente en noviembre para que tocara justo nuestro festejo de aniversario. Preparé todo, busqué las mejores ofertas, investigué rutas, planes y precios, aparté todo y me emocioné en silencio por meses (sería el regalo para el cumple de Daniel). Si algo me ha enseñado la vida este año es que los planes que tú tienes hacen reír a Dios muchas veces, y no fue excepción el viaje ya que una semana antes de pagar todo me enteré que estaba embarazada y que para esa fecha tendría ya 8 meses de embarazo. Así que a replanear todo, cambiar fechas, reservaciones, llamadas a hoteles y demás. Por fin quedó.
Qué diferente es la experiencia cuando eres adulto. Claro, todo sigue siendo maravilloso pero creo que esa capacidad de asombro que tenemos de niños es increíble y la vamos perdiendo poco a poco. Sin embargo, el viaje estuvo lleno de magia pues pude vivir todo a través de los ojos de Leo. “¡Estoy emocionado!” fue su frase del viaje. Me bastó verlo correr para abrazar Black Panther para soltar unas lágrimas de felicidad, escuchar su risa, sus comentarios de asombro y cada una de sus caras para comprender lo fácil que fue para mí ser niña y cómo quiero que lo siga siendo para él.
Como niña aprendí en Disney:
Todo es posible.
La magia sí existe.
Los papás nunca se cansan.
Las cosas en las tiendas no cuestan si vas de la mano de papá o mamá.
Nunca debes de llevar jeans a los parques.
Apesta comer sándwiches que llevan tu mamá y tu tía en la backpack cuando hay tantos puestos de comida.
L@s herman@s son los mejores compañeros de viaje.
Es súper divertido viajar en avión.
Puedes comprar todo lo que te guste aunque no lo vayas a usar nunca.
Mis papás son lo máximo por llevarnos a este viaje.
Como adulta aprendí en Disney:
Todo es posible excepto controlar los berrinches de un niño de 3 años en una tienda de Disney.
La magia sí existe.
Los niños nunca se cansan.
Las cosas en las tiendas cuestan un chorro si llevas a tu hijo de la mano.
Lleva siempre un cambio de ropa, un chorro de bloqueador, gorra, tennis cómodos y shorts a los parques.
Los sándwiches en la backpack no son una terrible idea.
Urge que nazca y crezca Iñaki para que Leo tenga un compañero de viaje.
Es de lo más estresante viajar en avión.
Sé selectivo con lo que compras para que te quepa en la maleta.
Mi hijo y mi esposo son lo máximo y me encantó llevarlos a este viaje.
