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Cerebro de embarazada

“Espero que no te sepan dulces”, le dije a Daniel ayer mientras le entregaba un plato de Rancheritos. “¿Por qué me sabrían dulces?”, preguntó intrigado.

Antes de embarazarme de Leo una prima me platicó sobre el “cerebro de embarazada” o, en su idioma “Pregnancy brain” y recuerdo muy bien haber pensado que la pobre estaba LOCA. Pues si lo que te crece es la panza, ¿por qué habría de afectarte al cerebro? Pero me di cuenta de que lo que yo consideraba leyenda urbana era una realidad cuando ya de 6 meses de embarazo tiré la comida por toda la mesa por falta de coordinación y de dimensión espacial. Y no fue la única ocasión; una vez estuve escuchando una plática entre mi papá, mi cuñado y Daniel en la que mencionaban números yo no pude entender nada de la conversación porque no podía visualizar los números en mi cabeza, y mucho menos las sumas y restas que mencionaron. Me consolaba pensar que, como mi prima, algún día volvería a ser la misma de antes, pero un año y medio después de que Leo nació yo seguía atontada y con falta de facultades básicas motrices. Me tomó más de dos años volver a poder leer libros a la velocidad de antes de embarazarme, poder volver a hacer matemáticas mentales y no dudar de las palabras que utilizaba en conversaciones.

Ayer por la noche me dio antojo de yogurt con granola. Mientras bajaba las escaleras escuché que Daniel me gritaba “Amor, ¿me subirías unas papas con salsa y limón?” Así que, llegué a la cocina, saqué un plato y la bolsa de Rancheritos, limón, salsa; los mezclé; saqué un vaso y me serví yogurt; pero me faltaba algo. Claro, la granola. La saqué y la puse en el plato. Pero…algo se veía raro, ¿qué estaba sobrando? ¿Por qué se veía roja la granola? Tardé alrededor de 20 segundos en darme cuenta de que había puesto la granola en el plato de papas en lugar de en el vaso de yogurt.

Según varias fuentes que busqué en internet, este tipo de accidentes son algo completamente normal ya que el bombardeo de hormonas que se vive en el embarazo afecta a las neuronas, a los circuitos cerebrales y a la memoria espacial. También se dice que es porque tu cerebro empieza a priorizar para el nacimiento del bebé, por lo que comer granola con papas no es más importante que pensar en el nombre del futuro bebé.

Entonces, con tan sólo 3 meses de embarazo empezó mi (espero no tan larga) serie de eventos desafortunados debidos al cerebro de embarazada. Ayer la granola, hoy cerré la puerta sin haber sacado mi pie del cuarto y después llegando a la oficina me encerré en el baño sin saber qué hacía ahí.

Así que…paciencia, pues nos quedan largos meses por recorrer.


 

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