Mamá puntual, papá puntual. Así fue toda mi vida. Llegar y salir a tiempo fue un requerimiento desde pequeñita hasta que dejé de vivir con mis papás y fue una costumbre que volví mía. A lo largo de secundaria y prepa me di cuenta de que era de las pocas personas en el país a las que les importa llegar puntuales y que veían la importancia del compromiso en hacerlo. Mis amigas llegaban siempre tarde y en ocasiones tenía que esperarlas hasta 2 horas. Creo que fue el destino conocer a Daniel quien todavía es más estricto que yo con la puntualidad y así nos volvimos una pareja que esperaba junta. Llegó Leo y las cosas cambiaron un poco sin importar cuánto lo tratara de impedir. Así me llegó a pasar:
Hora de entrar al trabajo: 9:00 am
Hora de salir de la casa: 8:20 am
Personas que salían de la casa: Karina y Leo
Número de pertenencias a cargar: 1 bolsa, 1 computadora, 1 pañalera, 1 portabebés con bebé
Cronología de los eventos:
7:00 am- dar de comer a Leo
7:15 am- comenzar a repetir a Leo con una duración de 15 minutos
7:30 am- meterme a bañar
7:35 am- hacer malabares para que Leo deje de llorar porque me metí a bañar.
7:36 am- intentar vestirme con una mano cargando a Leo.
7:40 am- Daniel se terminó de arreglar y carga a Leo.
7:45 am- maquillaje y peinado
7:50 am- desayunar; Daniel se va al trabajo.
8:00 am- dejar pañalera lista.
8:20 am- cargar todo para salir a dejar a Leo
8:21 am- Leo vomita y se moja todo
8:21 am- regresar al depa a cambiar a Leo
8:24 am- Leo está listo y de nuevo en el portabebé
8:25 am- salir del depa y comenzar a cerrar
8:25 am- Leo vuelve a vomitar y se vuelve a ensuciar todo
8:26 am- cambiar a Leo por segunda ocasión
8:30 am- meter a Leo en el portabebé
8:30 am- Leo hace popó
8:30 am- cambiar a Leo por tercera vez
8:31 am- Leo se hace pipí mientras le cambio el pañal y me moja toda
8:32 am- meter a Leo en el portabebé y cambiarme de ropa
8:35 am- salir del depa y antes de cerrar le pregunto a Leo si ya terminó, contesta con una sonrisa.
8:37 am- salir de la casa y sí, llegar tarde al trabajo.
Leo está más grande ahora y cada vez son más las ocasiones en que puedo llegar a tiempo (hace varios meses que no llego tarde al trabajo). Algunas cosas se han ido haciendo más fáciles y poco a poco regresaré a viejos hábitos de estar 15 minutos antes de la hora.
Sin duda al convertirme en mamá perdí algo más que mi puntualidad y mi cuerpo atlético. Perdí energía, pudor, celulares, unas muchas horas de sueño y quizás también algo de cordura. ¿Valió la pena? Basta una sonrisa de mi güerejo para contestar: ¡Claro!