A las 2:00 a.m. empezó una serenata para una de mis vecinas. Mis pensamientos, mientras afuera entonaban una romántica canción a todo pulmón, fueron los siguientes: QUIERO SER…(“¿qué es eso?”) EL AMOR DE TU ALMA (“no manches, ¿para quién es?”) EL CALOOOOOR (“naco asqueroso”) DE TU CAMA (“maldito estúpido, son las 2 de la mañana”) Y SENTIR TUS CARICIAS (“voy a gritarle por la ventana que se calle”) SER DE TI PARA AMARTE (“yo creo que sí alcanzo a echarles agua desde el techo”) HASTA LA ETERNIDAD (“eso es lo que pasa cuando vives cerca de adolescentes”) POR SIEMPREEEEE (“¡noooo! Ni siquiera se la sabe, era Quererteeee”) Y HACERTE MUCHO MUY FELIZ (“¿me sé una canción de Banda?”) ES MI MAYOR ANHELO (“si no se calla pronto voy a llamar a la policía”) POR SIEMPREEEEEE (“por siempreeeeeee”).
Algo que me pasa siempre cuando me despierto antes de mi hora de levantarme es que puedo tardar hasta horas para volver a conciliar el sueño. Después de la serenata (sólo fue una canción) me puse a pensar que quizá he llegado a un punto de mi vida en el que he dejado de crecer y sólo estoy envejeciendo. Después de repasar mis pensamientos de unos minutos antes caí en la cuenta de que soy como una viejita amargada a la que ya nada le parece divertido (excepto mi bebé), que ha olvidado cómo disfrutar de la vida y que le molesta que otros lo hagan. ¿En qué momento pasó eso? ¿Cuándo fue que dejé de ser una joven de corazón indomable? ¿Cuándo dejé de un lado todo aquello que me hace ser yo? ¿Será desde que me volví mamá? Traté de recordar lo que se sentía que te llevaran serenata (aunque fueran canciones de banda) y la emoción de escuchar un “te amo” a todo pulmón. Logré sonreír (cosa que no había hecho por algo o alguien que no fuera Leonardo) y me di cuenta de que he dado muchas cosas por sentadas y he olvidado valorar a muchas personas en mi vida. Decidí que hoy dejaré de envejecer y haré todo lo que esté a mi alcance para disfrutar cada cosa y a cada persona en mi vida, retomaré viejos hábitos que me hacían feliz y diré más seguido cuánto amo a aquellos incondicionales. Será el primer propósito del año 2017.
